Hace algunos años trabaje en una
empresa constructora, llegue allí de manera accidental. Eran pocas personas, un
personal administrativo que contaba con la administradora y dos asistentes, también
estaba una persona que con su moto se encargaba de realizar todas las
diligencias de la empresa, desde ir al banco hasta buscar los botellones de
agua para los filtros, también la señora de limpieza que iba dos veces por
semana. En la parte técnica habíamos un tren de profesionales que realizábamos las
actividades de proyectos de la empresa, gerente de proyectos, planificador,
arquitectos, ingenieros, etc.
Pudo haber sido una de las mejores empresas de la zona, pero tenía un solo problema, su dueño. Eustaquio González, él estaba en la empresa solo dos días a la semana, viernes y lunes, lo expreso de esta manera ya que la pesadilla empezada desde el ultimo día laboral de la semana. Eran momentos sencillamente estresantes, conflictos laborales, discusiones e insultos era lo que reinaba eso dos días. Era una empresa donde el sueldo económico era excelente, pero había un total descuido en el sueldo emocional y espiritual.
Según Miguel Ángel Cornejo, afirma que existen tres tipos de sueldo, el económico que corresponde al que percibimos por nuestro trabajo, el emocional asociado al reconocimiento del trabajo, que la persona sienta que su labor se encuentra valorada. Por último pero no menos importante, el sueldo espiritual, orientado a sentirnos bien dónde estamos y con lo que estamos haciendo.
Aun recuerdo cuando Eustaquio llegaba a la oficina de administración con la afirmación “no sé qué está pasando en esta empresa, pero lo que estamos contratado es pura GORDA”, con suma arrogancia y desdén. Las jornadas en la empresa en ausencia del dueño marchaban muy bien, cada quien se ocupada de hacer su trabajo, haciendo de esos escasos tres días de la semana el mejor trabajo del mundo, existía un ambiente de cordialidad, hasta nos turnábamos para hacer alguna que otra merienda en un break a media tarde y compartíamos anécdotas, hasta bromeábamos diciendo que éramos el Gordel-Club, tan solo 10 minutos para cambiar el enfoque de trabajo. También había disposición de colaborarnos en las actividades, si yo me encontraba ajetreado de trabajo y los demás había terminado sus tareas se abocaban a ayudarme para que todo saliera bien y si era al contrario pasaba lo mismo. Éramos un equipo de alto desempeño pero no estábamos siendo reconocidos ni valorados.
El viernes y lunes escuchábamos frecuentemente la frase “Tengo una empresa exitosa con una parranda de ineptos”, si analizamos la frase, una empresa es exitosa cuando es rentable, está a la vanguardia, cumple con su misión, visión, objetivos y estrategias, además tiene un excelente clima laboral, los empleados se encuentran motivados. Así que es totalmente inexplicable que una empresa con las características antes descritas tenga como empleados una parranda de ineptos.
Es indispensable que en toda empresa u organización exista un equilibrio en los distintos tipos de sueldo. Una remuneración adecuada al trabajo por el cual nos contrataron, recompensas económicas que motiven en la ejecución de las tareas, además se debe reconocer el esfuerzo y los meritos de todos los empleados, muchas veces se reprende por un trabajo mal hecho, pero no felicitamos cuando encontramos la excelencia en una actividad, además debe invertirse para que exista cohesión de los equipos de trabajo, mejorando el clima organizacional y permitir que todos los empleados estén en armonía y así construir un ecosistema laboral agradable.